lunes, 4 de abril de 2011

Lágrimas de Fuego


Al compaz de las gotas de lluvia, van danzando las hojas que desprenden de los árboles teñidos de cepia. Un rayo hace resplandecer la tarde otoñal, y una lágrima del recuerdo hace retumbar la ciudad. Las nubes cargadas de triste melancolía, parecen burlarse de mí, dibujando en el cielo pálido el nombre que una vez se gravó en mi corazón de hielo. Las calles han quedado vacías, los niños ya no juegan allí, la tarde adoptó un color escalofriantemente amargo... las ramas se están desnudando, vistiendo las veredas con sus colores pasteles... ya este lugar no parece una ciudad, ahora es un montón de hojas amarillentas y gotas de cristal... Qué extraño, verdad? Parece que hasta el mismísimo cielo acompaña mi pesar; una tras otra van cayendo mis lágrimas de fuego encendiendo la tenue luz que brinda esa vela que arde ya casi sin fuerzas al igual que esta ilusión de volver a verte algún día. La noche llega para abrazar mi lanto nostálgico y mi fe agotada de que me corresponderás; el silencio harto de callar, grita en un tono mudo que te ama desmedidamente, que te extraña inmensamente, que está aturdido por el murmullo de tu voz lejana que canta canciones de amor, balbucea indirectas que acarician la desazón de mi corazón agonizante, que lucha contra viento y marea por mantener viva la locura de esta maldita fantasía de ser yo la dueña de esas palabras evasivas que juegan a la inocencia seductora, desesperando mi ansiosa paciencia, acelerando el lerdo paso del tiempo. Te amo, y no pretendo que me comprendas, ni mucho menos que me correspondas...Te amo! y sólo quiero asegurarme de que lo sepas para que con el correr de los días no me digas que no conocías de la existencia de este sentimiento... Llora el cielo, lloro yo, y llora mi desolación... No me importa que te parezca reiterativo este escrito; quiero hacerte entender que te amo, que no puedo olvidarte, que estoy muriendo lentamente y en absoluto sigilio, que cada lágrima que forma parte de este río de lava helada, lleva tu nombre y apellido, al recuerdo permanente para darle fuerzas a mi única razón de vivir: la esperanza de tenerte algún día!

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