La luz del día me sorprende buscando en los cajones vacíos de mi memoria algún recuerdo que despierte mi inspiración, pero al final, comprendo que en realidad... yo no inento crear belleza con las palabras, pues no soy la persona adecuada para ello, la verdad es que cuando enfrento la pluma a un trozo de papel, lo único que pretendo es contarte lo que siento... aún sabiendo que no creerás absolutamente nada de lo que cuento... Aún así, me gustaría que supieras que por cada gota de lluvia, contaba una esperanza nueva que moría en mi pecho, por cada rayo de sol, encontraba otro sueño roto por este maldito despecho, y así fue como descubrí que cada estrella de mi cielo representaba un llanto que llevaba tu nombre, que cada granito de arena equivalía a un pensamiento perteneciente a tu mirada que sólo puede verla a ella, a tu amada, a tu misteriosa dama...
En mi vida todo era perfecto antes de conocerte, tenía todo lo necesario para ser feliz... sólo buscaba algo que le diera ese toque final y así poder suspirar satisfecha de lo que había conseguido...
Al ver tu sonrisa, al perderme en tus ojos, al sentir el calor de tus abrazos, comprendí que eras ese eslabón perdido, el que yo buscaba para cerrar mi círculo vicioso de la felicidad... Pero ya ves... parece que definitivamente es cierto lo que dice aquel refrán: la felicidad absoluta no existe, se encuentra en cada detalle... Pues, cada vez que tenía la oportunidad de oír tu voz, o hasta quizás de tan sólo verte, confirmaba que eres lo que le faltaba a mi monótona existencia... tan aburrida y amarga que llegaba a besar la perfección, mas tuve que regresar a la realidad y ver que tú no eras para mí, que ese eslabón perdido que había encontrado en tu corazón, jamás le correspondería a este amor enfermo de celos, de dolor y de bronca... Este amor suicida que haría cualquier cosa por morir en tu boca, para renacer en tus caricias...
Eras ese eslabón perdido que me faltaba, la clave para conocer el paraíso en tus ojos de melancólico otoño, eras tan sólo lo que necesitaba mi alma para regresar de las cenizas y el cristal... Eras el eslabón perdido, que encontré pero que nunca lograré tener...
En mi vida todo era perfecto antes de conocerte, tenía todo lo necesario para ser feliz... sólo buscaba algo que le diera ese toque final y así poder suspirar satisfecha de lo que había conseguido...
Al ver tu sonrisa, al perderme en tus ojos, al sentir el calor de tus abrazos, comprendí que eras ese eslabón perdido, el que yo buscaba para cerrar mi círculo vicioso de la felicidad... Pero ya ves... parece que definitivamente es cierto lo que dice aquel refrán: la felicidad absoluta no existe, se encuentra en cada detalle... Pues, cada vez que tenía la oportunidad de oír tu voz, o hasta quizás de tan sólo verte, confirmaba que eres lo que le faltaba a mi monótona existencia... tan aburrida y amarga que llegaba a besar la perfección, mas tuve que regresar a la realidad y ver que tú no eras para mí, que ese eslabón perdido que había encontrado en tu corazón, jamás le correspondería a este amor enfermo de celos, de dolor y de bronca... Este amor suicida que haría cualquier cosa por morir en tu boca, para renacer en tus caricias...
Eras ese eslabón perdido que me faltaba, la clave para conocer el paraíso en tus ojos de melancólico otoño, eras tan sólo lo que necesitaba mi alma para regresar de las cenizas y el cristal... Eras el eslabón perdido, que encontré pero que nunca lograré tener...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario