En un rincón de mi choza de hielo, veo desvanecerse los sueños que un día soñé contigo, la canción de amor que un día supiste cantarme parece ser la única dueña de este maldito silencio que me está consumiendo poco a poco la paciencia que me pregunta cuándo se acabará este pesar eterno que dice llamarse amor...
Soy la única en este desierto de arenas movedizas, no hay más nada a mi alrededor... en ese colchón de plumas y pétalos de rosa donde una vez supiste amarme con locura, ahora agonizan las ganas de volver a verte y decirte que te amo... Los besos que quedaron guardados en mis labios aquella noche, se encargan de mantenerlas con vida, dándoles el jarabe de tus caricias para bajarles la fiebre de desesperación que parece querer matarlas de un solo golpe...
Y como las aves de mal agüero sobrevuelan mi cabeza los recuerdos del ayer, los pensamientos del hoy, y la incertidumbre del mañana, repitiéndome una y otra vez que nunca volverás a ser mío... y me temo que me debo conformar con esta realidad, esta cruda y fría realidad que alimenta lo poco que queda de esta poeta de hielo enamorada, despechada, desahuciada...
Enciendo la radio y comprendo que nunca podré tener la dicha de que un viajero llegue hasta aquí y toque a mi puerta sediento de un trago de lágrimas, hambriento de un bocado de esperanzas perdidas... comprendo que no será posible que el olvido llegue hasta esta pobre cabaña congelada, cansado de deambular por los callejones vacíos de una ciudad nocturna... Si parece que hasta la nada, la conductora de radio local, está en mi contra pasando cada tanto la melodía de tu voz cantando una poesía que cuenta el desgraciado destino de un amor no correspondido... "Qué irónico, él llorando por un amor imposible, y yo limpiando mis pisos de cristal, intentando quitar los rastros de un llanto derramado por su partida" pienso mientras lustro cada trocito de vidrio, comprendiendo que no hay producto alguno que borre esa huella de tristeza que dejaron las pisadas de la soledad...
Mientras, se oyen lo alaridos de dolor que pega este corazón, respirando una bocanada de aire que parece haberse librado de tu perfume gitano, le ruega a la enfermera de tu sonrisa que ya no intente curarle las heridas al rojo vivo, porque cada vez lo lastima más... Y mis suspiros no se quedan atrás, pues le gritan que no sea tan cobarde, que deje de gritar porque despertará a los vecinos, esos que ellos imaginan que están durmiendo en la carpita de la madrugada, acobijados por la luna... "No sean ilusos, por favor!" suplica la razón con el ceño fruncido jugando una partida de poker con la demencia...
Como podrás ver... nada ha cambiado aquí, todo sigue exactamente igual, ya el espejo no pregunta por tu reflejo, ni las sábanas por tu cuerpo... Sólo las paredes a veces, borrachas de melancolía me preguntan dónde andará tu sombra y yo les respondo que regresarás algún día....
Soy la única en este desierto de arenas movedizas, no hay más nada a mi alrededor... en ese colchón de plumas y pétalos de rosa donde una vez supiste amarme con locura, ahora agonizan las ganas de volver a verte y decirte que te amo... Los besos que quedaron guardados en mis labios aquella noche, se encargan de mantenerlas con vida, dándoles el jarabe de tus caricias para bajarles la fiebre de desesperación que parece querer matarlas de un solo golpe...
Y como las aves de mal agüero sobrevuelan mi cabeza los recuerdos del ayer, los pensamientos del hoy, y la incertidumbre del mañana, repitiéndome una y otra vez que nunca volverás a ser mío... y me temo que me debo conformar con esta realidad, esta cruda y fría realidad que alimenta lo poco que queda de esta poeta de hielo enamorada, despechada, desahuciada...
Enciendo la radio y comprendo que nunca podré tener la dicha de que un viajero llegue hasta aquí y toque a mi puerta sediento de un trago de lágrimas, hambriento de un bocado de esperanzas perdidas... comprendo que no será posible que el olvido llegue hasta esta pobre cabaña congelada, cansado de deambular por los callejones vacíos de una ciudad nocturna... Si parece que hasta la nada, la conductora de radio local, está en mi contra pasando cada tanto la melodía de tu voz cantando una poesía que cuenta el desgraciado destino de un amor no correspondido... "Qué irónico, él llorando por un amor imposible, y yo limpiando mis pisos de cristal, intentando quitar los rastros de un llanto derramado por su partida" pienso mientras lustro cada trocito de vidrio, comprendiendo que no hay producto alguno que borre esa huella de tristeza que dejaron las pisadas de la soledad...
Mientras, se oyen lo alaridos de dolor que pega este corazón, respirando una bocanada de aire que parece haberse librado de tu perfume gitano, le ruega a la enfermera de tu sonrisa que ya no intente curarle las heridas al rojo vivo, porque cada vez lo lastima más... Y mis suspiros no se quedan atrás, pues le gritan que no sea tan cobarde, que deje de gritar porque despertará a los vecinos, esos que ellos imaginan que están durmiendo en la carpita de la madrugada, acobijados por la luna... "No sean ilusos, por favor!" suplica la razón con el ceño fruncido jugando una partida de poker con la demencia...
Como podrás ver... nada ha cambiado aquí, todo sigue exactamente igual, ya el espejo no pregunta por tu reflejo, ni las sábanas por tu cuerpo... Sólo las paredes a veces, borrachas de melancolía me preguntan dónde andará tu sombra y yo les respondo que regresarás algún día....
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