viernes, 11 de marzo de 2011
FOGÓN
Junto al fogón, mientras arden mis esperanzas en una legüeta de celos, escucho el silencio que imita tu voz cantándome una canción de amor... La noche se hace presente, y me pide permiso para compartir con nosotros este hermoso momento, en el que tu recuerdo dibuja tu figura en un espacio vacío entre la soledad y la incertidumbre, admirando la habilidad de la desesperación para tocar la guitarra de mi locura...
Cada quien dice algo diferente, todos cuentan sus historias y experiencias, todas me hacen reír... pues ninguna es tan grave como yo me imaginaba, mas cuando fue mi turno de hablar, tuve tanto temor que una lágrima rodó por mis mejillas, sonreí con melancolía y miré la luna, me pregunté para mis adentros por qué razón tenía que arruinar mi vida de esta manera. La madrugada me abrazó sutilmente, y el silencio se acercó para decirme que todo estaría bien. De la otra punta la soledad se burlaba de mí porque ella tenía la oportunidad de estar contigo cuantas veces quisiera, de acompañarte, acariciarte, besarte... mientras yo debo conformarme con imaginarte a mi lado, cada que el cielo enfurece y rompe en llanto como yo ahora, que mientras mis ojos se pierden en ese fogón que arde apasionadamente, el alma se desangra sigilosa...
"Que tiempos aquellos!" suspiro en un susurro de brisa... tu recuerdo se acerca, se detiene ante mí y me pregunta: "¿A caso llorarás mientras te dure la vida?"
Sacudo la cabeza, negando esa realidad... Entonces, aprovecha la tristeza para decirme que tú nunca te fijarás en mí, porque nunca seré el prototipo de mujer que tú quieres... sin embargo, el amor le grita a los cuatro vientos que no sea tan envidiosa, que no pudo haber sido tan mala para haberme dicho eso. Yo no digo nada, sólo dejo que mis pocas esperanzas sigan alimentando la llama de los celos para que mi poesía se abrigue junto al fogón...
Entonces, secando mis lágrimas, cantando otra melodía de amor, el silencio otra vez imita tu voz... sólo logra robarme una sonrisa y una lágrima; al tiempo en que el olvido me acaricia prenguntándome cómo es posible que teniendo un castillo tan bello de cristal (compuesto por las cuatro paredes de mi habitación circular), puedo estar soportando los golpes del frío, refugiándome en ese pálido fogón... y es por eso que le explico a él, y a ti también para que ambos me comprendan...
Y es que desde el preciso momento en que tú partiste,la casa quedó más fría, sola y vacía que antes, y sólo entonces comprendí algo: nada es igual... sin ti... nada cambia...
En el espejo queda tu imágen reflejada como una huella en la arena, pero mis lágrimas se convierten en las olas de agua salada que la borra, aún así, pareces haber gravado tu sonrisa con fuego en ese pedazo de cristal, porque no puedo hacer nada para sacarla de ahí...
Observo la cama y la veo tan vacía como siempre, sin embargo, el deseo absurdo de volver a sentir tu calor me hace creer que estás ahí, dormido como el ángel que eres... Sacudo la cabeza, para regresar a la realidad, camino casi sin ánimos hasta la cocina, y allí, te veo tomando un café, mirándome con ternura, dándome los buenos días...
Pero que locura! si tú ya no estás, cómo es posible que te vea por ahí? aunque me duele en el alma los golpes de la frialdad que le dan directo a mi pobre corazón que agoniza segundo a segundo, dando alaridos intentando hacerte entender que te amo desmedidamente y que aunque tú no quieras regresar a mis brazos, aún cuando nunca has estado, siempre te amaré hasta que la muerte se digne a venir a golpearme la puerta para llevarme con ella......
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