miércoles, 16 de marzo de 2011

MI PEDACITO DE VIDA.


Un trocito de nube... quiso formar parte de mi cielo, un rayito de sol se atrevió a iluminar mi universo, un pedacito de luna me pidió ser mi consejera... y un angelito me preguntó si podía darle sentido mi vida... Ahora yo le pregunto a tu pequeño cuerpecito que dibuja una sombra tenue entre mis recuerdos empapados del ayer: ¿Cómo puedo negarte mi alma, si tú lo eres todo para mí? Y cuando digo todo, me refiero al día y la noche, la verdad y la fantasía, la realidad y la ficción... todo lo que implica mi mundo, todo eso eres tú...
Recordando tu rostro, sonrío inconciente, y mirando al cielo le pregunto a Dios: ¿Por qué me castigas así, qué daño he echo yo?, entonces una tras otra caen las gotitas de agua bendita sobre mi cabeza haciéndome entender que tenerte lejos, no es un castigo, sino una prueba de fe... ¿Pero cuánto más vas a probarme? le pregunto con ira y dolor, entonces un rayo responde que no debo cuestionar a Dios...
Sé que tal vez el tiempo borre mi recuerdo de tus frágiles pensamientos que como pequeños pichoncitos comenzarán a emprender su vuelo poco a poco... pero nunca y óyelo bien: nunca te olvides que te amo tiernamente, porque al tenerte entre mis brazos pude comprender que tengo una vida y un motivo para sacarle provecho a ese regalo divino... y sabes por qué? porque la ilusión de volver a ver tus ojitos cargados de inocencia, de volver a sonreír con tu sonrisa que no conoce la maldad... alimenta estas fuerzas cansadas de seguir luchando por ti...
En un principio, me enojé pensando que yo no tenía por qué pelear, porque tú no eras un trofeo, sin embargo con el correr de los años, fui entendiendo que no eres un trofeo ni una medalla de oro, eres un premio para mí, el premio de la vida misma, el regalo que Dios me dio quien sabe por qué, pero no quiero averiguarlo ahora, sólo deseo disfrutar cada segundo a tu lado... más allá de que la distancia y las injusticias me obliguen a estar tan lejos, sé que estás junto a mí, porque te llevo en mi pecho, porque eres cada latido de este pobre corazón harto de darle batalla a la desolación, al vacío que dejó tu partida, a ese pequeño gran espacio que no se puede llenar... pero que pronto será ocupado por su verdadera dueña: tú... Mi niña, mi vida... mi trocito de nube mi rayito de sol, mi pedacito de luna, mi angelito de la guarda... Mi hija...

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