Cuentan por ahí que existe un ave…
Es muy hermosa, de plumaje otoñal…
Y su canto es tan bello que hasta el sol
Se detiene para poderlo escuchar…
Según dicen algunos, es un mensajero divino…
Y en su cantar transmite palabras celestiales…
Le regala serenatas de amor a la luna…
Enamorándola con sus notas angelicales…
De acuerdo a lo que he podido escuchar…
Es tan bella su melodía, que hasta el alma más fría…
Sin inconveniente alguno, él podría descongelar…
Una noche de nostalgia, encerrada en mi habitación…
Le pedí al destino que lo atrapara y lo trajera a mi castillo…
Para comprobar si podía derretir mi corazón…
En cuanto el día llegó… Entró por la ventana aquel Ruiseñor…
Lo encerré en una jaula de rechazo y dolor…
Todas las madrugadas, lo escuchaba cantar…
“¡Qué bella melodía, pero no me puedo arriesgar!”
Pensaba en mi silencio, lustrando mi temor…
Sólo necesito que comprendas, pequeño Ruiseñor,
Que tengo días de cambio, y de mal humor…
Poco a poco esa jaula se fue desvaneciendo…
Volverás a ser libre, volverás a volar…
Sólo te ruego que si tus alas están heridas…
No dudes que yo las intentaré curar…
Canta, Ruiseñor, canta; que para eso has nacido…
Perdóname por mis malos tratos…
Sé no es excusa el pasado que he tenido…
Pero me acostumbré a vivir a la defensiva,
Más por ti, Ruiseñor, he aprendido…
Que el cariño de un verdadero amigo…
Vence la locura desquiciada, tan fugitiva….
Gracias Ruiseñor bello, por emprender tu vuelo…
Y devolverle la vida a esta Poeta de Hielo…
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