miércoles, 9 de febrero de 2011

ABRÁZAME


A veces siento ganas de salir corriendo de este lugar, dejar de oír esas voces que me dicen lo que tengo que hacer, que me llevan al borde de la locura, que me están obligando a cometer todos aquellos errores que mi cobardía me dice que no los cometa o terminaré llorando.
Cuánta razón tenía esa falta de valor... Un llanto silencioso enmudece mi voz que desea gritar a los cuatro vientos que estoy cansada de recorrer las cuatro paredes de una habitación circular, buscando en los cajones vacíos del pasado una razón para poder escapar...
De repente entre mis pensamientos comienzan a caer recuerdos como la lluvia que acaricia las rosas de amor de mi jardín helado... Gotitas de cristal rozan la tristeza que me está secuestrando poco a poco la paciencia que me queda... Estoy cansada de mirar hacia mi alrededor y ver que el frío de la penumbra asecha contra mis pocas ganas de vivir...
Dejo que mi cuerpo se desvanezca, y mis ojos se cierren... Pero sólo en ese momento tu recuerdo aparece, el fantasma de tu sombra se dibuja a mi lado, y me abraza sutilmente... Un cálido beso de tus labios se posa en mi mejilla, mientras el calor de tu mirada oculta me abriga con ternura...
La noche es fría y tenebrosa, el viento parece enfuerecer conmigo, por la melancolía absurda que me atrapa y me encierra en una jaula de temores irracionales... La luna está enojada, celosa, molesta contigo porque en lugar de estar contemplándola, tú te quedas aquí a mi lado... Acariciando mi cabello, enredando tus dedos entre cada hebra, dejando que mis ojos vuelvan a encontrar en ti esa seguridad que perdí por cobarde...
Te quiero, y siento que poco a poco me dejo llevar por el calor de tus brazos que se hacen sentir en la distancia de los cuerpos... te quiero, y el corazón parece desperezarse luego de ese largo sueño, después de yacer entre estacas de hielo y dolor... Te quiero, y para serte sincera, el calor de tu cariño hace que otra vez le encuentre una razón a esta vida vacía, autoritaria y envidiosa de que haya sido yo la que se ha topado con la belleza de tu ser... Gracias por estar conmigo, por regalarme tu abrigo en las madrugadas de tormenta, en aquellos días en los que este castillo de cristal se convirtió en un témpano... gracias por entregarme todo de ti aún cuando yo no podía darte nada, por la simple razón de que no tenía más que un alma en pedazos y un corazón marchito... congelado que revivió por el calor de tu mirada, por la ternura de tu sonrisa, por la suavidad de tus alas, por ser simplemente mi ángel...

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