El viento juega en mi cintura, y los recuerdos despeinan mis pensamientos; las palabras parecen esfumarse al escuchar tu nombre, y una lágrima va rodando por mis mejillas mientras te escribo esta carta. El gemido de tu corazón acaricia mi conciencia y me clava la daga de la culpa... Sé que no debo, pero es que no puedo seguir callándome, no puedo evitar tenerte lejos de mí, pues no puedo ser tuya, por más que así lo quiera... Es que no puedo dominar mis sentimientos y entregártelos con los ojos cerrados. Sé que a tu lado sería feliz, pero no puedo hacerlo, no puedo entregarte mi vida, mi alma, mi corazón, mi cuerpo porque llevan grabado el nombre de otro...
Debo confesar que eres el único hombre que me retruca hasta dejar sin palabras mi mundo, cosa que es completamente imposible para una poeta... mas tú lo consigues... no me preguntes cómo, pero lo haces... Y en mi soledad, le pregunto a la desdicha porqué vino a vivir a mi corazón, pero ella responde que es un lugar confortable, aunque un poco frío, pero es confortable al fin... En él se siente dueña y señora de todo... y me temo que es así...
No sé cómo, pero me hiere profundamente tu dolor. Aún cuando no debería, me hiere, y me desangra el pensamiento el sólo hecho de pensar que no puedo hacer nada para controlar tu pesar... Sé que pedir perdón no sirve de nada, pero es la única manera que encontré para demostrarte que me siento mal por decirte que no puedo amarte, mas entiendo que es absurdo fingir algo que en realidad no podría sentir por ti... o tal vez sí, no sé que prepare el futuro para mí; sin embargo en este instante creo que no vale la pena hacerte sufrir a ti, y sufrir yo también, si bien tengo un corazón kamikase, tengo un alma sensible, fríamente sensible que no soporta seguir oyendo el llanto sigiloso que sin decir nada vas guardando resignado a perder contra la realidad, que finalmente parece ser cruel, crudamente cruel con quienes hemos creído en ella...
Perdóname por no saber corresponderte, pero no puedo engañarte, eres demasiado para mí, no quiero lastimarte, pero tampoco deseo engañarte...
Perdóname...
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